Recuerdo, todavía, cuando había que moler café en casa; mis hermanos y yo hacíamos turnos para moler cada uno un poco... Ese ruido, la fuerza que había que hacer para darle a la manivela, el olor a café recién molido... Ahora es ella quien lo hace, no sé cómo llegamos a volver a molerlo, pero ahora nos ayuda. Cuando la vemos inquieta, moviéndose de un lado para otro, como perdida... nos dirigimos a ella con un tono de voz pausado, intentando mantener contacto visual y calma. Si está más nerviosa de lo normal intentamos un abrazo de contención y seguidamente le ofrezco moler café. Sabemos que la relaja, le gusta prepararlo, sentarnos a tomarlo y recordar historias.
Todas las opiniones y consejos vertidas son orientaciones que funcionan en un gran número de casos, pero no es una ciencia exacta. Desde Montessori Senior aconsejamos, ante cualquier duda, consultar siempre con su profesional de confianza.
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