El otro día, mientras hablaba con Laura, una de las cuidadoras que asiste a nuestra escuela de familias en La Casita de Inés, me contó algo que me hizo pensar. “A veces, me siento tan agotada que ni siquiera sé cómo empezar el día”, confesó con una sonrisa triste. Es una sensación que muchos cuidadores conocen bien. Cuidar a alguien con Alzheimer es un acto de amor inmenso, pero también puede ser agotador, y es fácil olvidarse de cuidarse a uno mismo en el proceso.
Ser cuidador es una de las tareas más desafiantes y, a la vez, más humanas. Implica estar ahí en los momentos más difíciles, ser la voz de calma en medio de la confusión y dar sin pedir mucho a cambio. Pero para poder cuidar de alguien más, es fundamental recordar que tú también necesitas cuidado. Aquí van algunos consejos que podrían ayudarte a no olvidarte de ti:
1. Haz de tu descanso una prioridad
Puede sonar imposible en un día repleto de responsabilidades, pero encontrar momentos de descanso es esencial. Un descanso no tiene que ser largo para ser eficaz. A veces, solo cinco minutos de respiración profunda o escuchar tu canción favorita pueden resetear tu ánimo.
2. Acepta ayuda sin culpa
Aceptar ayuda no te hace menos cuidador; te hace humano. Si un amigo o familiar se ofrece para echar una mano, acéptalo. Una hora libre para darte un paseo o simplemente sentarte en silencio puede hacer maravillas por tu bienestar.
3. Crea rutinas que también te incluyan a ti
Al igual que planificas la rutina de la persona a tu cuidado, intenta integrar pequeños momentos para ti. Puede ser tomar un café tranquilo por la mañana, leer un capítulo de un libro o hacer un poco de ejercicio. La clave es que sientas que ese momento es tuyo.
4. Comparte lo que sientes
El cuidado puede ser un camino solitario, pero no tienes que recorrerlo solo. Hablar con otros que entiendan lo que estás viviendo hace una gran diferencia. En La Casita de Inés, tenemos nuestra escuela de familias, un espacio donde los cuidadores pueden compartir sus experiencias, aprender juntos y sentirse acompañados. Porque a veces, escuchar “yo también he pasado por eso” es lo que más se necesita.
5. Recuerda que no eres perfecto
No siempre tendrás la respuesta correcta ni un día lleno de paciencia, y eso está bien. Permítete sentir frustración y cansancio sin culpa. Reconocer que no eres perfecto es parte de cuidar con humanidad.
Cuidarte no es un lujo; es una necesidad. A menudo, la mejor manera de cuidar de alguien más es asegurarte de que tú estás bien. Así que, la próxima vez que te sientas al borde, recuerda: un cuidador que se cuida a sí mismo es un cuidador que puede seguir dando amor y apoyo. Y si necesitas un espacio donde sentirte comprendido y aprender, no dudes en unirte a nuestra escuela de familias. Aquí estamos para acompañarte.
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