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Qué hacer si mi familiar con demencia no duerme (y yo tampoco)

  • Foto del escritor: Montessori Senior
    Montessori Senior
  • 4 dic
  • 4 Min. de lectura

La escena se repite en muchas casas.

Son las 3:17.Tu madre —o tu padre— lleva ya cuatro veces levantándose de la cama.

Primero fue que “tenía que ir a trabajar”. Luego que “se ha hecho de noche de golpe”.

Después preguntó por sus padres. Ahora está en el pasillo con el abrigo puesto.



Y tú, con el ojo cuadrado, buscas en Google:“qué hacer si mi familiar con demencia no duerme y yo tampoco”.


Si estás ahí, te abrazo desde aquí.


No es que lo estés haciendo mal. Es que la demencia deforma por completo el mapa del tiempo: día, noche, reloj… todo se mezcla.


No tengo una varita mágica (ojalá), pero sí algunas ideas prácticas, muy Montessori, para que las noches sean un poco menos guerra y un poco más descanso.

uidador acompañando de madrugada a un familiar con demencia por el pasillo, ejemplo real de qué hacer cuando la persona con demencia no duerme.

1. Antes de nada: ¿puede haber algo físico?

Lo primero, aunque suene muy “sanitario”, es preguntarse si tu familiar no duerme porque algo le duele o le molesta:

  • Dolor (artrosis, úlceras, molestias al estar tumbado).

  • Necesidad de ir al baño cada poco.

  • Medicación nueva (algunos fármacos activan en vez de relajar).

  • Infecciones de orina, estreñimiento, dificultad para respirar…

No hace falta obsesionarse, pero sí comentar estas noches en vela con el médico o la enfermera. A veces un pequeño ajuste de medicación o tratar una infección cambia por completo el sueño.


2. El sueño empieza por el día: preparar la “escena” como Montessori

Con demencia, el día y la noche se confunden. Una de las mejores formas de ayudar a dormir mejor es ordenar el día:

  • Un poco de luz natural por la mañana (balcón, ventana, pequeño paseo).

  • Alguna actividad con sentido: doblar toallas, regar plantas, pelar judías… algo que implique manos y cerebro.

  • Evitar siestas eternas: mejor siestas cortas (20–30 minutos) que grandes “hibernaciones” por la tarde.

  • Reducir cafeína y refrescos con cola a partir de las 16–17h.

Piensa en ello como preparamos un ambiente Montessori: el objetivo no es “cansarle” sino darle estructura al día para que el cuerpo entienda que por la noche toca apagar luces.


3. Crear un ritual de noche predecible

A la demencia le sientan fatal las sorpresas. Un ritual de noche repetido puede ser más potente que muchas pastillas:

Por ejemplo:

  1. Cena siempre a una hora similar.

  2. Un ratito tranquilo: música suave, fotos antiguas, plegar un pequeño cesto de ropa.

  3. Ir al baño y lavarse los dientes / cara.

  4. Pijama, luz más baja, quizá una crema en manos o pies.

  5. Frase de cierre: “Ahora toca descansar, mañana seguimos”.

No hace falta que sea perfecto, pero sí repetible. Que el cerebro pueda anticipar: “después de esto viene la cama”.


4. El dormitorio: menos lucha, más refugio

Cuando pensamos “no duerme”, a veces solo miramos el reloj. Pero… ¿cómo es la habitación?


Pregúntate si, con la mente confundida, te apetecería dormir ahí:

  • ¿Hay demasiada oscuridad y se siente como un pozo?

  • ¿O demasiada luz, sombras raras, ruidos del pasillo?

  • ¿Ve claramente el camino al baño?


Pequeños cambios que ayudan:

  • Una luz nocturna suave que marque la puerta del baño.

  • Retirar espejos si se asusta con su propio reflejo de noche.

  • Dejar solo lo necesario: cama, mesilla, quizá un par de fotos conocidas. Menos trastos, menos confusión.

  • Manta que no pese como un yunque, pero que dé sensación de recogimiento.

Queremos que la habitación se parezca más a un nido y menos a una sala de hospital.


5. Cuando se levanta mil veces: cómo responder

Aquí viene lo difícil. Te despierta, otra vez. Y tú ya no puedes más.

Desde el enfoque Montessori y la atención centrada en la persona, la clave es entrar en su realidad, no en la del reloj:

  • Si dice que “tiene que ir a trabajar”:“Vale, te entiendo, es importante. Vamos a sentarnos un momento, tomamos un sorbo de agua y repasamos lo que hay que hacer mañana”.

  • Si pregunta por sus padres:“Se les echa de menos, ¿verdad? Cuéntame algo de ellos mientras te tapo un poco, que hace fresco”.

  • Si camina inquieto por el pasillo:Acompaña, no grites desde la cama. Camina un poco con él/ella, ofrécele ir al baño, un trago de agua, y luego redirige suavemente hacia la cama.

La idea no es “convencerle con lógica” (eso rara vez funciona), sino calmar el miedo que hay debajo. Cuando el sistema nervioso baja revoluciones, el cuerpo tiene más opciones de volver a dormir.

Y si esa noche acabáis en el sofá, medio tumbados los dos, tampoco pasa nada. A veces “descansar algo” es el objetivo realista.


6. Y tú, que tampoco duermes: no eres un robot

La otra parte de la frase es la que nadie pregunta:“…y yo tampoco”.

Porque sí, tu familiar con demencia no duerme, pero tú llevas semanas en modo guardia nocturna. Y así no se puede sostener un cuidado digno durante mucho tiempo.

Algunas ideas (no perfectas, pero mejores que nada):

  • Pactar turnos entre hermanos, pareja, hijos mayores… aunque sea una noche a la semana para que tú puedas dormir.

  • Hablar con el centro de salud o servicios sociales sobre respiro familiar o recursos de apoyo.

  • Permitirte microsiesta cuando él/ella duerme un rato por la mañana, en lugar de aprovechar “para hacer todo lo pendiente”.

  • Y, sobre todo, pedir ayuda antes de estar al borde del colapso.


Dormitorio sencillo y acogedor adaptado para una persona con demencia, con luz nocturna y ambiente seguro para favorecer el descanso.

Cuidar a alguien con demencia es una carrera de fondo. Si tú caes, el sistema entero se tambalea. No es egoísmo cuidarte; es parte del plan de cuidados.

No tengo la receta perfecta para que hoy duerma del tirón. Ojalá.Pero sí sé que no estás solo en esto, que lo que te pasa es profundamente humano, y que pequeños ajustes en el día, el ambiente y la forma de responder pueden marcar una gran diferencia en cómo vivís las noches.


Gracias por seguir cuidando, incluso a oscuras.


Ah, y perdona si esto ya te lo he dicho.

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