El otro día no paraba de escuchar una campana.
No era todo el rato, si no que de vez en cuando... oía una campana. O un timbre.
Le pregunté al chico joven que me acompañaba, porque parece que me están llamando al móvil. Y yo no tengo móvil.
Después de que me dijera dos veces (a lo mejor fueron tres) que él no oía nada, dejé de insistir.
Pero volví a escuchar esa campana. Por lo menos 4 veces más que yo recuerde.
Y ahora, ¿ese niño donde va?
- ¿Qué niño? - replicó mi acompañante.
El que se ha escondido ahí detrás de los árboles... se mueve muy deprisa.
- Yo no veo a nadie Ramón...- contestó con amabilidad.
No lo entiendo. Yo veo cosas y escucho cosas que este tipo que está aquí a mi lado no ve ni oye.
Pobrecito, debe estar fatal. No sé da cuenta de que ese chiquillo que corre entre los árboles puede estar en peligro.
Otra vez la campana.
En realidad creo que puedo aprender a ignorar ese sonido.
Pero el niño ese sí me preocupa. Y aunque este joven diga lo que quiera, yo pondría la mano en el fuego de que está ahí. Detrás de ese árbol.
La demencia por cuerpos de Lewy, una enfermedad muy cruel, puede cursar con alucinaciones desde el principio. Visuales por ejemplo, o auditivas.
Y es a partir de esas alucinaciones que el individuo va creando su realidad.
Qué puedes hacer dependerá de muchos factores. Por ejemplo de la personalidad del individuo (la que conserve o esté desarrollando) y de tu vínculo emocional con él.
A veces podrás "hacer como que ves al niño detrás del árbol", otras veces, te saldrá luchar contra esa alucinación. E inevitablemente le dirás que tú no escuchaste la campana.
Pero siempre que puedas, como decíamos el otro día, será mejor acompañarle desde su realidad. No hacerle venir a la nuestra. Porque no tiene sentido.
Tú puedes moldearte. Alguien que sufre una demencia, tiene menos flexibilidad para hacerlo.
Así que al final decidí que yo también escuchaba esas campanas.
Y así, al acompañarle en su realidad, dejaron de sonar.
Gracias,
Ah! y perdona si esto ya te lo he dicho.
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